jueves, 8 de julio de 2010

PERÚ CELEBRÓ CON GRAN ESPLENDOR LA FIESTA DEL INTI RAYMI


Gerardo Grosso. La fiesta del
INTI RAYMI, llevada a cabo en el templo de Koricancha, la Plaza de Armas del Cusco y el parque arqueológico de SACSAYHUAMÁN, cautivó a los turistas nacionales y extranjeros, quienes la calificaron como “imponente”.

El Inti Raymi, la festividad más grandiosa que el imperio Inca nos dejó, fue apreciado el pasado 24 de Junio por más de 150 mil personas, entre turistas nacionales, extranjeros y público local. La primera etapa de la fiesta se efectuó muy de mañana en el Koricancha y, la segunda, en la Plaza de Armas del Cusco, donde participaron las autoridades de la ciudad.

Hacia el mediodía, la tercera parte se concretó en la explanada de la Fortaleza de Sacsayhuamán, cuyo esplendor arquitectónico hace de éste, sin dudas, el marco ideal donde se realiza anualmente la celebración del Inti Raymi. Como es costumbre, buena parte del público asistente, entre locales y turistas, se ubicaron en el cerro Llaullipata.

El Inti Raymi era una antigua ceremonia religiosa andina en honor al Sol que se realizaba cada solsticio de invierno en los Andes. Durante la época de los incas, esta fiesta era la más importante de los cuatro festivales celebrados en el Cusco, según relata el Inca Garcilaso de la Vega, e indicaba el año nuevo andino duraba 15 días, en los cuales había bailes y sacrificios.

El Inti Raymi en estos días se recrea cada 24 de junio; ese día es cuando el sol está en su punto más bajo y alejado del Cusco, Al aparecer los primeros rayos solares y al compás de milenarios aires musicales, delegados de los cuatro suyos desfilan con sus vestimentas típicas, y también, como venidas de otros tiempos, ñustas, coyas y pallas, las cuales avanzan en ondulantes columnas. Finalmente, al sonido de pututus, cornetas y quenas, el inca se deja ver. El soberano es transportado sobre una litera -que en la época legendaria era de oro y plata- y acompañado de un séquito de orejones y otros dignatarios que caminan a respetable distancia de él. De repente, el inca se pone de pie y extendiendo los brazos le ora en quechua al dios Sol, y en un acto de sumisión le promete obediencia, respeto y adoración, mientras la multitud silenciosa permanece en cuclillas y descalza.

Uno de los momentos cumbres de la ceremonia ocurre cuando los animales para el sacrificio en honor al dios Sol aparecen en escena para participar en un rito que contribuye a purificar la vida y ahuyentar los males. Voces y gritos, música y silencio se alternan durante este acto de entrega mientras las otras mujeres escogidas, reparten zancu, o pan ceremonial, y chicha.

En esta fiesta ritual, se agradece el regreso del Sol al Cusco, ya que con el favor de su calor la tierra se fecundará, dando inicio a la época de siembra, que traerá el bienestar a los hijos del Tahuantinsuyo.

Este año y con motivo de celebración de esta Fiesta, algunas empresas del sector privado en Cusco acordaron reducir sus tarifas para los turistas extranjeros. Demostrando que no sólo con la publicidad tradicional –avisos en periódicos o en televisión– se puede atraer al viajero, se agruparon y coordinaron una serie de descuentos durante un mes.

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