lunes, 19 de diciembre de 2011

RIESGO CLIMÁTICO Y DERIVADOS DE MERCADO


Gerardo Grosso. En entrevista exclusiva con el Sr Marcelo Salice, Cordinador de Riesgo Climático y Derivados de Mercado de la Secretaria de Ambietne y desarrollo Sustentable de la Nación, nos hablo sobre el cambio de clima y sus derivaciones.

Los cambios en las condiciones climáticas inciden de manera directa en la  performance económica de numerosos sectores de la economía, teniendo un gran impacto sobre los ingresos y las ganancias de las empresas. Se estima que un  tercio de las empresas del mundo entero se ven directamente afectadas por las condiciones climatológicas y que   el 23% de la economía estadounidense y aproximadamente una tercera parte del PIB mundial, según datos del Weather Risk Management Association –WRMA-, dependen directamente del clima. Asimismo, la rentabilidad de muchos e importantes sectores, como la construcción, el turismo, la energía y la agricultura, entre otros, dependen en gran medida de los cambios en las temperaturas.

De allí que resulte necesario contar con instrumentos financieros que ofrezcan a las mismas una protección contra los riesgos relacionados con el clima , función que cumplen los llamados derivados climáticos. . Estos productos permiten a las entidades comerciales gestionar el riesgo relacionado con el clima, al tiempo que brindan a otros operadores la oportunidad de asumir ese riesgo a cambio de un posible beneficio derivado de las variaciones del clima.

Dentro de los sectores de la economía, es tal vez  la agricultura la actividad en donde más claramente se puede observar la incidencia del clima en los resultados productivos y consecuentemente, en los ingresos económicos que genera. Los rendimientos que se obtienen a partir de una determinada cosecha están directamente relacionados a la presentación de condiciones climáticas adecuadas, tanto en lo que hace a la variable de la temperatura como también de las precipitaciones (lluvias y nevadas) y otros eventos, como heladas, tornados, huracanes, etc. Así, la ocurrencia de mayores o menores temperaturas y/o precipitaciones a las adecuadas en los diversos períodos fenológicos por los que atraviesan los cultivos terminan incidiendo en los rendimientos finales, mientras que la ocurrencia de los otros eventos mencionados puede en muchos casos derivas en la pérdida total de la producción. Aunque los precios pueden cambiar un poco como consecuencia de la demanda inusualmente alta o baja, los ajustes de precios no necesariamente permiten compensar la pérdida de ingresos resultante, por ejemplo, de la ocurrencia de determinadas temperaturas fuera de estación.

Para hacer frente a esta realidad, la tecnología que el hombre ha venido perfeccionado desde tiempos inmemoriales es una de las herramientas más importantes con que se cuenta para evitar los efectos negativos del clima sobre los cultivos, a los que debemos agregar, la generación de  instrumentos de riesgo, tales como los seguros climáticos, que tienden básicamente a cubrir esas situaciones que desembocan en pérdidas de significancia y los contratos de precios (futuros y opciones). No obstante ello, hay una zona de riesgo que ni la tecnología ni estos instrumentos cubren adecuadamente, que es la vinculada a la generación de pérdidas en los rendimientos asociada  a la ocurrencia de contingencias climática diferentes a las adecuadas u óptimas, siendo este el espacio que vienen a cubrir los derivados climáticos.

Al analizar los alcances de estos instrumentos, Cruz y Llinás destacan que “la posibilidad de que eventos climaticos especificos puedan ser atados a riesgos en la productividad agricola es muy significativa, puesto que permite plantear herramientas financieras dependientes del clima para mitigar riesgos causados por el mismo. En los derivados de clima el riesgo subyacente nos es la variabilidad en la productividad, sino la causa directa de la variabilidad en la productividad, o sea, el efecto. En vez de asegurar o permitir la cobertura del efecto (como lo hacen los derivados convencionales) que se expresa con un precio, los derivados de clima posibilitan asegurar la causa misma en la variabilidad.” (Cruz y Llinás, op.cit.).

Sin embargo, es sólo a partir de los últimos años cuando se empezó a visualizar que,  cuantificados y catalogados, los datos relacionados a  las temperaturas medias mensuales o de temporada y a las precipitaciones pueden indizarse y  asociarse a una cantidad de dinero a entregar en caso de un desvío sobre lo esperado, agrupando de esta manera al clima y al comercio. De hecho, estos derivados serían  comparables a las cotizaciones de los valores  de los índices bursátiles, divisas, tipos de interés y materias primas agrícolas. Hace relativamente poco tiempo se ofrecía una reducida cantidad de instrumentos financieros para protegerse de riesgos relacionados con el clima

La extensión en el uso de estos derivados hacia otros sectores de la economía que estén en condiciones de ser afectados por las variables climáticas constituye la base de la conformación de lo que denominaríamos un “portafolio de derivados climáticos”. Resulta fácil observar que, las mismas condiciones climáticas que pueden haber afectado a los cultivos en una zona determinada, puedan terminar favoreciendo  a otras actividades. El exceso de días de sol asociado a una condición de sequía en una zona de cultivos cercana a la costa en una zona balnearia genera para los operadores turísticos de la misma una condición altamente favorable para la captación de ingresos, en la medida en que  más cantidad de gente está dispuesta a ir a la playa en los días soleados.

Contar en consecuencia con instrumentos que compensen ingresos ante los cambios en las condiciones climáticas y que puedan ser adquiridos por, en este caso, ambos sectores (el agrícola y el turístico) resulta clave para poder garantizar la captación de los ingresos esperados en la actividad que se hubiera visto desfavorecida a causa de dichas contingencias climáticas.

Resulta claramente observable en este caso el efecto compensatorio que tiene para los administradores de estos instrumentos la posibilidad de haber colocado los mismos en ambos sectores, ya que los aportes que uno de ellos realizó sirven para compensar los resarcimientos que se deban efectuar a partir de la ejecución de estos instrumentos por parte del sector que se ha visto damnificado. Como destacan Cruz y Llinás, “la  esencia de la cobertura es tomar la posición contraria de un activo, cuya dinámica se presenta dependiendo de la evolución del subyacente. Con la denominada posición contraria se consigue obtener un flujo opuesto al de la posición inicial, de manera que las magnitudes de ambos serán iguales, e independiente de la forma como resulte el flujo futuro, el otro siempre se encontrara en la direccion opuesta y en la misma magnitud, compensándose la perdida que pueda tenerse con uno con la utilidad obtenido con el otro y viceversa (Cruz y Llinás, op.cit.)

 Este efecto compensatorio de riesgos  aquí expuesto es en consecuencia la base de la conformación de todo portafolio de inversiones, siendo nuestro objetivo avanzar en la presentación de todos aquellos elementos que permitan ir configurando lo que llamaríamos un “Portafolio Climático Nacional”, en el cual la utilización de derivados por parte del sector agrícola tenga su “contraparte”, en pos de la necesaria compensación anteriormente mencionada que garantiza la sustentabilidad del sistema, en otros sectores en los cuales las consecuencias climáticas generen consecuencias diferentes a lo que sucede en el agro. Los contratos de derivados climáticos y sus portafolios  permite, de esta manera,  una eficiente transferencia de riesgo, tanto a nivel de producción como de reaseguro, entre distintos agentes económicos y también entre países que conformarían un “pool de riesgo climático global”, debiendo los  esfuerzos institucionales centrarse en apoyar a las iniciativas que permitan  la creación de  mercados de derivados climáticos. 

El ejemplo expuesto con el sector turístico es sólo uno de los más fácilmente observables. También surge rápidamente una visualización de una posible aplicación de estos instrumentos en el sector energético (un exceso de agua que puede dañar un cultivo puede generar, por el contrario, mayor disponibilidad de agua en un dique para contar con la posibilidad de generar más energía, o abaratar el costo de la misma) y en la medida en que se identifiquen claramente  los resultados diferenciales ante determinadas contingencias climáticas, otros sectores económicos (construcción, transporte, etc.)
se constituyen en potenciales beneficiarios de la utilización de estos derivados, ampliando así el alcance del portafolio.

Lo anteriormente expuesto pone de manifiesto la necesidad de avanzar en el desarrollo de una perspectiva que tenga en cuenta la intersectorialidad y la interzonalidad en el uso de estos instrumentos, a fin de que, cuanto más sectores y zonas estén involucrados, mayores serán las posibilidades de compensaciones entre la ocurrencia y los resultados de las variaciones climáticas y se esté así en mejores condiciones de asegurar la sustentabilidad del complejo andamiaje financiero sobre el cual descansa el funcionamiento del sistema.
Una  posible trayectoria a seguir en función de avanzar en la posibilidad de delinear las características del mencionado portafolio sería la siguiente:

Establecer pruebas pilotos a nivel zonal
Determinar una lista de actividades económicas que resulten afectadas en sus operatorias por las variaciones climáticas
Una vez seleccionadas esas actividades, avanzar en la delimitación de cuáles son  las principales variables asociadas al clima (temperatura, precipitación, etc.) que las pueden afectar  y en qué medida , elaborando los correspondientes índices e indicadores.
Llevar adelante una estrategia de promoción de las ventajas del uso de estos derivados por parte de los sectores económicos anteriormente señalados.

 En base a estos puntos, consideramos que la  definición de una estrategia pública de transferencia de riesgos climáticos y el avance hacia la conformación del mencionado “Portafolio Nacional” deber realizarse en coordinación con los diferentes organismos públicos a nivel nacional y sub-nacional y también con los diferentes sectores económicos reales o potencialmente involucrados. Finalmente, tal como destaca Sierra, es importante también señalar que para avanzar en estos aspectos resulta necesario contar con una comunidad receptiva al cambio y referentes locales capaces de transmitir la idea a los actores sociales que puedan estar en condiciones de hacer uso de estos instrumentos (Sierra, E. (2011): Elección de zonas aptas para la realización de experiencias piloto dentro del Programa de Desarrollo de Derivados Climáticos en Argentina).

Tal como destacan Juan Sergio Cruz y Andrés Llinás, “el clima muestra la tendencia de afectar, en mayores proporciones, el volumen y el “uso” de bienes y servicios, que el precio de estos (…) El ajuste en precios no compensa necesariamente la perdida en ventas por las fluctuaciones climáticas. Inclusive con los grandes avances científicos que se han hecho en la meteorología, el clima sigue siendo una variable aleatoria difícilmente predecible (Cruz, J. A. y Llinás, A. (2010): “Modelo analítico de derivados de clima para eventos específicos de riesgo en la agricultura en Colombia. En: Cuadernos Des. rural, Bogotá (Colombia), 7 (64): págs. 123-149, enero-junio de 2010.

 Los derivados son instrumentos financieros que “derivan” su valor de un activo subyacente, pudiendo ser este activo cualquier bien negociable.

 Hasta hace poco, el seguro ha sido la principal herramienta utilizada por las empresas para la protección contra condiciones meteorológicas inesperadas. Pero el seguro ofrece protección sólo contra daños catastróficos (eventos de alto riesgo con baja probabilidad), siendo poco eficaz para proteger contra la disminución de los rendimientos que muchas empresas productoras deben afrontar como consecuencia de un tiempo más cálido o más frío de lo esperado. Los derivados climáticos, en cambio, resultan más apropiados para la cobertura de eventos de menor riesgo pero de mayor probabilidad.

Con la introducción de los derivados climáticos, el clima se asume como un commodity negociable a partir del cual surge un mercado emergente con gran crecimiento y potencial a futuro.  Otra ventaja de los derivados en relación al seguro es que el asegurador no necesita una prueba del daño causado por el cambio climático en la producción, sino que el  pago  se efectúa  según  los eventos específicos registrados durante el periodo de tiempo estipulado en el contrato.

Básicamente, el asegurado adquirirá una opción put, que indemniza monetariamente si la lluvia o el calor son inferiores al promedio, una opción call si la pluviosidad o el calor son superiores al promedio o, en ultimo
caso, puede adquirir un collar opción put y call. Se definen como unidades de medida para el calor los grados Celsius y para la lluvia los mm de pluviosidad registrados. Por cada unidad de medida que se registra, se realiza por lo general un pago monetario de cada vez que la opción esté en condiciones de ser ejercida (Cruz y  Llinás, op. cit.).

 Obviamente, en pos de garantizar dicha sustentabilidad esta operatoria debe estar ligada al acceso a mercados internacionales de reaseguro paras poder  manejar los mayores riesgos de la cartera.
Cabe destacar que la mayoría de los contratos de derivados climáticos tienen a la temperatura como subyacente y fueron desarrollados por compañías eléctricas y de gas debido a la alta correlación detectada entre el consumo de estos insumos y la temperatura (Mussio, Verónica (2010): Derivados climáticos aplicados a la agricultura. En:   HYPERLINK "http://www.oppapers.com/essays/Derivados-Climaticos-Aplicados-A-La-Agricultura/460793" http://www.oppapers.com/essays/Derivados-Climaticos-Aplicados-A-La-Agricultura/460793, disponible al 28/04/2011).

También debemos tener en cuenta la posibilidad de que se generen efectos compensatorios “intrasectoriales” (la misma contingencia climática que perjudica a un cultivo favorece a otro, dentro o fuera de la zona) y su asociación con contratos de precios (si baja el rendimiento del producto A en una zona, es probable que el precio del mismo aumente y los productores de la zona B que no resultó afectada que hayan tomado un contrato de precios no se vean  en la necesidad de hacer uso del mismo). La posibilidad del manejo conjunto de los derivados climáticos y de los contratos de precios potencia sin dudas los alcances del sistema descripto. Se puede tomar como base la Clasificación Nacional de Actividades Económicas 2010 (CLANAE 2010) que  contiene los códigos de las distintas ramas de actividad económica aplicables en la República Argentina  y que está  basada en la CIIU revisión 4, a través de la resolución 825 del INDEC.

Hay que tener en cuenta que la eficacia de los derivados climáticos  como medida  para neutralizar el riesgo depende de la adecuada identificación de los eventos climáticos específicos que afectan la productividad

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